Cómo saber si le gustas a una desconocida
Por: EL PAÍS | 20 de enero de 2012
Autor invitado: Xabier Macca (psicólogo, Bilbao)*
Hay que confesarlo: para los tíos, las mujeres son un mundo aparte, seres mágicos e incomprensibles que nos es imposible evitar adorar; el problema es que ellas no piensan lo mismo de nosotros. Cuando sales de fiesta por ahí, esto se agudiza aún más. Por la noche yo siempre las visualizo como pequeños cástings con patas, pues tienen un montón de pretendientes para el puesto de "amante" y eligen al candidato que más les gusta. El rebaño de maromos se somete, los individuos que lo componen fingen una personalidad que no tienen, mientras tratan de agradar.
Piensan que si son agradables el tiempo suficiente serán seleccionados y obtendrán el preciado tesoro, cuando lo cierto es que esto sólo suele ocurrir cuando son guapos o notablemente pudientes. Vamos, que si no eres Heracles o Rockefeller, te habrás dado cuenta de que eres percibido como un "tío majo", eso si tienes suerte de no parecer un pesado, pero pillar lo que es pillar, como mucho la gripe o un resfriado si bebes de muchos vasos.
Cuando a los 20 años, frustrado por no ligar lo que deseaba (esto es un eufemismo, en realidad era un pobre nuncafollista), decidí dar el vuelco que cambiaría mi vida investigando el cortejo humano, no me imaginaba que las cosas pudieran ser tan sencillas. La psicología evolutiva, combinada con las experiencias que iba adquiriendo a base de ensayo-error, me han ido proporcionando unos recursos inimaginados a la hora de enfrentar la atracción femenina. Se me abrían infinidad de posibilidades, en unos pocos meses, no hablo siquiera años, mi realidad empezó a cambiar. Las otrora imposibles empezaban a comer de mi mano, mientras yo me sentía tan rompedor como Bruce en Dancing in the dark, vamos. El mundo, a mis pies.
En esos inicios, descubrí de manera casual una estrategia que representó un cambio real en mi vida: la táctica de la estatua.Será la primera que compartiré con vosotros, y destaca por su sencillez y la enorme cantidad de información que se puede obtener con el mínimo esfuerzo. Abrid bien los ojos que esto puede cambiar vuestra suerte.
La táctica en cuestión es sencilla: ¿qué hay mejor que saber al instante si le atraes a una mujer? Imagina que estás con dos amigas bonitas, y una de ellas está dispuesta a conocerte, mientras que la otra simplemente está siendo agradable contigo. Claro que tú no tienes ni puñetera idea de que está sucediendo realmente, y como en el fondo te da igual ligar con una u otra (recordemos que ambas te gustan), disparas a ciegas. Si eres un poco torpe captando señales tendrás que jugártela a una de ellas, y es posible que dejes pasar una gran oportunidad. Si eres muy torpe, quizás nunca te la juegues porque directamente no te enteras de nada. Con esta técnica todos estos problemas serán historia. Sigamos.
Las mujeres tienen un control bestial sobre su espacio personal, mucho mayor que el que tenemos nosotros. Esto es una certeza universal. Sin embargo, no todos los individuos desconocidos que lo invaden les hacen sentir igual de cómodas o incómodas. Hace unos años observé que en los pubs o bares de fiesta, si bien reaccionan siempre alejándose cuando un extraño se acerca demasiado, no dan las mismas respuestas en situaciones intermedias, cuando no estás ni muy cerca ni muy lejos. Y en esa pequeña distancia está la clave de la cuestión. Si te acercas a una mujer, y te sitúas a cinco centímetros verás que la echaréis hacia atrás (por muy guapo que seas no dejas de ser un desconocido); por el contrario, si te pones a medio metro, no sucede nada (no invades su espacio personal). Es al acercarte a esa delgada línea que oscila entre los 15-20 centímetros cuando desvelas el misterio.
Pongamos un ejemplo práctico, ves un grupo de mujeres, caminas hacia ellas como quien no quiere la cosa, las observas sin decir nada, y antes de abrir la boca verás dos tipos de reacciones (todo sucede en menos de 3 segundos).
Si no les pareces atractivo: se alejarán buscando de nuevo ese espacio personal en el que se sentían cómodas, en torno a los 30-40 centímetros como mínimo.
Si les pareces atractivo: se quedarán clavadas en el sitio, como estacas.
Así es amigos, en la distancia intermedia no reaccionan huyendo ante el desconocido que les atrae. Por algún motivo u otro tienden a quedarse clavadas, ¡incluso cuando no les estás dirigiendo la palabra! Esto funciona de manera muy evidente con las chicas de manera individual, y de forma algo más leve cuando están unas cuantas juntas. Si te acercas a un grupo de tres chicas, las reacciones se suavizarán, las que se alejen no lo harán tanto, y las que hagan la estatua no lo harán de una forma tan evidente, pero aun así es fácil captar los matices y ver cuál de ellas te ha echado el ojo. De repente empezarás a ver con una facilidad muy grande dónde tienes opciones y dónde no, y no sólo eso, empezarás a ganar una confianza tremenda en ti mismo. ¿Acaso hay algo mejor que ligar con una chica a la que sabes que le has gustado a primera vista? Por no hablar de lo bien que te lo puedes pasar esos días de suerte en los que te acercas a un grupito de cuatro y las cuatro se quedan clavadas a tu paso…
http://blogs.elpais.com/eros/2012/01/la ... ocida.html