Las cosas del follar


Lugar donde comentar temas no relacionados con la seducción.

Las cosas del follar

Notapor Nightkiller » Lun 05 Abr 2010 :: 23:40

Extraído de: http://www.elsentidodelavida.net/las-cosas-del-follar

Spoiler:
Las mujeres. Ah, las mujeres. Divinas criaturas de la creación. Rubias, morenas, pelirrojas, calvas. Prietas, turgentes, sueltas, desbordantes. Razonables, inflexibles, sumisas, dominantes, relajadas, histéricas, peludas. Amplio es el catálogo en las viñetas del señor. ¿Qué sería de los hombres sin las mujeres? A la bici sin duda le faltaría una rueda.

Fuente de alegrías y frustraciones, las mujeres suponen una parte importante de nuestras vidas, al menos de la mía. Alguna vez he escrito aquí de mis problemas con las mujeres. Hoy, por fin, después de media vida peleado con ellas, puedo decir que empiezo a hacer las paces. Fumemos la pipa de la paz, hagámonos unos masajes y echemos un polvo.

Hace algún tiempo, tomando jamón y vino con mi padre, me preguntó: "Y a ti, además de follar, ¿qué te apasiona?". No supe qué decir más allá de admitirle que era, sin duda, una buena pregunta. Sigo dándole vueltas a la misma, y eso que ya han pasado unos cuantos meses. Sigo sin saber qué me apasiona, pero desde luego follar está en el top five. Después viene que me la chupen.

Como el lector observador podrá percibir, soy un tipo que no suele andarse por las ramas. Me gusta llamar a las cosas por su nombre. Ya se sabe, el chocolate espeso. Y de ahí, precisamente, surgen gran parte de mis males.

Follar, bailar el mambo horizontal, fornicar, yacer, acostarse, copular. Hacer el amor. Eso me gusta a mí. Pero oiga, cosa fina. Si está usted preguntándose el por qué de tanta pasión, le diré que hubo un momento en la primera mitad de la veintena en la que toqué fondo y, desde allí, salí rebotado. Y no ha sido hasta ahora que el péndulo inicia su perezoso camino de regreso hacia el otro lado.

Sé lo que estás pensando: "¿pero Gonzo, cómo es posible que un tío tan irremediablemente atractivo como tú, tan buen mozo, con esa chispa, ese salero y ese desparpajo, pueda tener algún tipo de problemas con las mujeres?". Entiendo tu confusión. Déjame que te cuente una historia.

Tenía 21 años cuando conocí al primer gran amor de mi vida. Pasaba mis días de verano pulsando el botón de marcha de un tiovivo en un lugar perdido de Carolina del Sur. Ella tenía 18 y era rubia. Sus labios eran rosas, y tan mullidos que entraban ganas de sentarse en ellos. Para mí era sensualidad pura.

Aquel verano me hizo poco caso. Ella estaba perdidamente enamorada, como todas, de mi buen amigo Luis. Aun así nos intercambiamos las direcciones de correo. Por aquellos entonces no existía el email, así que estuvimos carteándonos durante dos años. Afortunadamente, a mí ya me gustaba escribir.

Después de aquellos dos años con una delegación del amor en la estafeta de correos, ella vino a verme a España. Apenas unos días tardó mi gozo en precipitarse al fondo del famoso pozo: ella resultó ser adventista del séptimo día.

Bajo semejante nombre, propio de una secta, se esconde un sistema de creencias ciertamente peculiar. Tienen su propia interpretación de la biblia cristiana, respetan el Sabbath y, lo que es más terrible todavía, no follan. Tachán.

Hágase el lector cargo. Me sentía como ese islamista que entra en un bar, se inmola y cuando llega al paraíso con sus vírgenes le dicen que no folle. ¿Le hace a usted gracia el chiste? A mí tampoco. En Lost plantean la hipótesis de que estamos todos muertos y nos encontramos en el infierno. Créame; yo ya lo pensé hace más de diez años.

Mi relación con ella giró en torno a mi frustración sexual. Un hito no fue cuando el hombre llegó a la luna; fue cuando le quité el sujetador. Para muchos Ávila es un lugar maravilloso repleto de arte arquitectónico medieval; para mí fue el sitio donde le palpé bajo las bragas. Mientras tanto, en mi interior había un muelle que se iba comprimiendo y comprimiendo.

El resultado de aquellos maravillosos años fue un sistema de creencias en el que el sexo no es que fuera malo, es que era lo peor que uno podía hacer. Era peor follar que volar un edificio de diez plantas repleto de gente. ¿Secuestrar un avión comercial lleno de personas inocentes y estamparlo contra una torre de 200 pisos para por fin hincharse a follar en un paraíso? Oiga, lo entiendo. En serio que me puedo hacer cargo. Póngale usted a cualquiera la cinta mental adecuada y hará lo que le pida. Como decía Hermes Trimegisto, Todo es mente.

Soy alguien que presta mucha atención a las palabras. Demasiada, y tardé un tiempo en descubrirlo. Siempre me gustó describir con precisión mi experiencia de la vida por si a alguien le podía servir de algo. Me esmeraba en que mi vocabulario fuera amplio y mis expresiones acertadas. Si decía "Esto es verde", es porque esto era verde.

El asunto se complica cuando, para otros, "Esto es verde" significa "El pollo está en el horno". Mi problema comienza cuando para muchas, "Esto es verde" significa "La luna está en cuarto menguante y se pone sobre el lago mientras el unicornio abreva".

Lo confieso: siempre tuve problemas para entender a las mujeres, y estoy descubriendo que se trata de un mero problema de código. Ellas hablan español y yo chapurreo álgebra booleana. Me dicen que la luna está en cuarto menguante y yo me pongo a buscar el puto unicornio. Con lo fácil que es decir que te apetece echar un polvo, hija mía.

A mí, por mi parte, me resulta fácil admitir que me gusta follar. De hecho me permito el lujo de escribirlo para miles de personas. Que se sepa, que igual me muero mañana y se queda la cosa en el tintero. Por contra, parece ser que el cerebro femenino está genéticamente incapacitado para juntar esas palabras en su interior. Por supuesto, lo de expresarlo verbalmente es ya un un imposible físico. Parece que sus mandíbulas no están funcionalmente diseñadas para articular la palabra follar. Obviamente, esto sólo es una hipótesis personal no necesariamente respaldada por la ciencia.

Una vez tuve a una lectora que se quedó un fin de semana en mi casa. Había venido a verme sin conocerme personalmente. Debe de haber algún tipo de mensaje subliminal en lo que escribo, algo relacionado con capricornio, géminis y un centauro, que no un unicornio. Después de la cena, después de la serenata, cuando nos íbamos a dormir, la tomé por las caderas y le di un beso.

—¡Pero Javi! —dijo.

"Pero Javi ¿qué?", pensé yo. Como mi mente no era capaz de proporcionarme más cháchara, seguí con lo mío.

—Esto no me lo esperaba yo —añadió.

"Esto no me lo esperaba yo". Seis palabras. "Esto no me lo esperaba yo". Nada más y nada menos. Evitaré el análisis semántico porque creo que, después de tantos años hablando castellano, todos contamos con el suficiente bagaje lingüístico como para comprender el significado literal de la frase. Yo le hubiera dicho "Esto sí que no me lo esperaba yo", ocho palabras, pero faltaría a la verdad porque no es la primera vez que me sucede.

"Esto no me lo esperaba yo". Yo hombre. Tú mujer. Yo Tarzán. Tú Jane. Ambos sanos y en la flor de la vida. Cuando cruzo la calle, miro hacia la izquierda porque espero que vengan coches. Cuando me pongo los pantalones, espero que se queden puestos. Cuando dejo caer un objeto, espero que llegue al suelo. Son predicciones que atienden a sencillos modelos de la realidad generados por mi mente a partir de la experiencia y del sentido común. Me ayudan a circular por el mundo. Si dejo caer una manzana y un unicornio la atrapa al vuelo, entonces sí que me sorprendo.

Una vez estaba en una discoteca y hablaba con una chavala que acababa de conocer. En un momento dado le sugerí que se viniera a mi casa.

—¿Me estás hablando de echar un polvo? —respondió.

Quedé tan conmocionado al escuchar aquellas palabras de los labios de una chica que me debió de costar un par de segundos reaccionar. La luna no estaba en cuarto menguante; estábamos hablando el mismo idioma.

—Sí —acerté a decir en mi confusión.

Oiga, como la seda. Casi me enamoro y todo.

En esta vida, una de las capacidades más preciosas que uno debe adquirir es la flexibilidad. Si nieva, entonces pones las cadenas. Si hace sol, entonces dejas las ruedas como están. Si hay que echar un polvo, entones se echa. Si la luna está en cuarto menguante y se pone sobre el lago mientras el unicornio abreva, entonces géminis entra en la díada de acuario y piscis y el oráculo se afeita las barbas con el agua del váter. Que lo sepas desde ya.

Si te gustan los secretos, hoy te contaré uno. Los hombres y las mujeres son muy parecidos. Cada uno tiene un grano en su interior, un grano que hace daño, que impide que sus movimientos fluyan, que limita una percepción más precisa de la realidad. El de los hombres se llama "ganas de follar". El de las mujeres se llama "orgullo". Si encuentras ese grano en tu interior y consigues extirparlo, tu vida cambiará. La cosa no es fácil. Primero debes encontrarlo, y recuerda que está oculto muy profundo dentro de ti. Si no sabes de qué hablo, entonces olvida el párrafo entero.

Después de semejante gota de sabiduría, cierro con un breve mensaje para todas las mujeres del planeta:

"Me gusta follar. Y el gran amor de mi vida, ese soy yo".



PD: En aras de la flexibilidad, emito el mensaje en otra frecuencia: "El hombre inscrito en la estrella. La estrella incrustada en el círculo. De fondo, la eterna espiral". Y la que sepa leer, que lea. Y luego que me lo explique, que yo no entiendo nada.
Si quieres entrar en nuestro grupo de Facebook mándame un privado.

PV Radio - El podcast sobre seducción.
Si quieres colaborar escríbenos a radio@proyectovalencia.net

Don't be yourself, be your best self
Avatar de Usuario
Nightkiller
Veterano
Veterano
 
Mensajes: 1778
Registrado: Jue 02 Jul 2009 :: 3:09

Re: Las cosas del follar

Notapor BassToni » Vie 09 Abr 2010 :: 14:02

Que bueno! jaja

Esa encuesta deberíamos hacerla por aquí, a ver que sale xD
BassToni
 


Volver a Offtopic

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 7 invitados