No me había animado a contar esta anécdota, ya que me puede dejar claramente con el culo al aire ante los ojos de amigos y conocidos que puedan leer el foro, pero tampoco puedo resistir la tentación de contarlo, "asín" que ahí va.
Hace unos meses, a principios de año, conozco a una tía, cuarentona, rubia, de buen ver, deportista. Hablamos y tal, y nos damos los messenyah, para mantener contacto, con todo lo que eso conlleva. Después de mucha chachara, convenimos vernos, ya que nos tenemos ganas fuertemente, así que me invita a su casa a cenar, no sin antes recordarme sus circunstancias personales: está divorciada y tiene dos hijos de 4 o 5 años (no lo recuerdo del todo bien) que viven con ella, y esa noche se quedan en la casa, "aunque no debo preocuparme, ya que se acuestan pronto, y estarán dormidos antes de que yo llegue". Sin más, me dispongo a ir a su casa, y así lo hago. Me abre la puerta, hablamos, cenamos y nos empezamos a liar en su sofá, donde la cosa empieza a pasar a mayores. Así, decidimos tirar a su cuarto, donde hay una confortable cama en la que hacer todo tipo de fechorías. Ya en su cuarto, con las luces apagadas, después de haberle dado las 3 horas de mejor sexo que probablemente haya tenido en toda su vida, comenzamos a hablar de la vida, y tal, y me cuenta sus cosas y yo las mías.
Y es entonces cuando me suelta la bomba. Comienza diciendo cosas de sus hijos, y ya termina enfilando con lo siguiente, y es que sus niños tienen una costumbre que cumplen a rajatabla y a diario: a las 6 de la mañana se levantan, tocan a la puerta y se meten en la cama con ella. Yo, confiado, digo para mis adentros que esa noche harán una excepción, que no creo que esa madre meta en la cama a sus dos niños (niño y niña) cuando hay un desconocido en pelotas durmiendo en ella. Nada más lejos de la realidad. A las 6 de la mañana, suena la puerta, abren y entran. Yo, despierto, con los ojos abiertos, mirando al horizonte, me pregunto si de verdad está pasando eso, si es cierto que, mientras estoy en pelotas en la cama de esa mujer, sus hijos están entrando en el otro lado de la misma. Y mis sospechas se confirman cuando los niños, algo revoltosos, son reprendidos por la madre con un severo "no hagáis ruido, no vayáis a despertar al amigo de mamá". Esperé a que los niños se levantasen para que no me vieran en bolas, y en cuanto lo hicieron, me vestí y me largué.
Tengo otra anécdota con esta mujer, que fué la que hizo que me decidiera por un "No más". Cuando se cree el hilo apropiado la contaré.
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